jueves, 14 de julio de 2011

El Paro de siempre

EL PARO DE SIEMPRRE


Hoy día lo abusivo tuvo un efecto colateral. Un reclamo que no tiene fundamento cuando éste se vuelve también el victimario.


Resulta que hoy tenía que ser un día normal y tranquilo en las calles de Lima; y que el Paro de transportista no iba a tener ningún mayor efecto, según informaron los medios. Grosso error, fue todo lo contrario.


Me levanté fastidiado por una repentina amigdalitis que no me dejaba tragar la saliva porque me flagelaba. Prendí el televisor y puse las noticias del canal dos. En ese entonces, una reportera del programa matutino transmitía en directo desde las calles de una concurrida avenida la situación. Gente aglomerada en los paraderos esperando sus buses que no venían. Otros optaban por subirse a unos camiones de tubérculos con tal de llegar temprano. Lo más curioso fue que un joven prefirió ir a pie a su centro de labores desde Santa Anita hasta Breña. Demostrando así con asombro que el peruano es bien trabajador y a la vez duro para gastar en un taxi.


Cogí mis pantalones y mi camisa, me vestí. Me puse la corbata y finalmente una cafarena negra. La garganta me ardía a horrores. Ya era un poco tarde. Llevé mi almuerzo y salí. En el paradero encontré lo que pude conjeturar, gente esperando los micros que no llegaban. La avenida se encontraba casi vacía y mayormente eran los taxistas quienes hacían su ruta. Esperé por más de quince minutos y me cansé. Decidí ir a pie hasta llegar al cruce que estaba a unas cuantas cuadras. En la avenida principal, unos cuantos carros públicos circulaban, pero injustamente empezaron a cobrar multiplicando y hasta triplicando las tarifas. Mucho peor aún, no completaban su ruta.


Fue un completo engaño, una artimaña lo que los medios informaron acerca del Paro. Porque no fue nada “poco exitoso”. El Paro fue como siempre, caótico, estresante, y alarmante. Pero más que dañino, fue irónicamente tan injusto como las quejas que estos choferes y cobradores abusivos de mierda reclaman. Porque se hicieron su Navidad y Año Nuevo, su veintiocho por adelantado, cobrando montos que se les antojaba, y yendo a dónde coño querían, sin respetar sus rutas. El transeúnte; claro, muy trabajador y temeroso de que lo descuenten, tuvo que callarse y hasta ser amedrentados con tal de llegar a destino. Pero hubo que tener más agallas para preguntarles a estos cobradores hijos de su madre lo siguiente: ¿Tú estás acatando el Paro? ¿ACASO ES FERIADO? ¿DÓNDE DICE EN TU TARIFARIO QUE ÉSE ES EL MONTO DEL PASAJE? ¿TE QUEJAS DE QUE TE VAN A COBRAR MONTON EXCESIVOS EN TU PAPELETA, Y TAL CONCHUDO DE MIERDA AHORA COBRAS LO QUE QUIERES? Yo que ustedes también les respondo: ¡NO ME JODAS, AHORITA LLAMO A LA POLICIA PARA QUE TE HAGA CUMPLIR CON TU TRABAJO! ¡ABUSIVOS, MALCRIADOS, PATANES Y ENCIMA QUEJONES! ¡EL PARO DEBERIAMOS HACER NOSOTROS PORQUE USTEDES SON UNAS RATAS DE MIERDA!


Llegué a mi trabajo después de dos horas, y felizmente el Ministerio del Trabajo autorizó la tolerancia de tardanza a los centros de labores por motivo del bendito Paro. Por otro lado, los medios seguían transmitiendo mediante los representantes del municipio y autoridades, que el Paro era un fracaso, y que había muchos carros trabajando con normalidad. ¿Qué se está tramando la prensa? ¿Por qué este engaño? ¿O esto es obra de la derecha que quiere darle con paro a la alcaldesa de Lima? Es claro que aquí hubo algo bien planeado.


Después, tuve que ir a Jose Pardo, y luego encontrarme con mi prometida para ir a la casa de un amigo e ir a ver el pre estreno de Harry Potter. El mismo malestar en pleno corazón de Miraflores. Hubo un micro que se paró en el paraderos de Calle Las Pizzas, no quería seguir su ruta completa hasta Villa María, entonces un sereno apareció e inmediatamente llamo a la unidad de transito, e hicieron bajar a todos y retirar el bus. Efecto que tuvo un cierto malestar en las personas que querían al menos moverse un poco, pero lo cierto es que lo justo tiene que ser justo. Y todos tienen derecho a ir a su destino, no sólo porque otros viven cerca nomas. A un tipo se le subió las nubes al momento de que discutíamos respecto al micro suspendido. Yo apoyé dicha causa porque me pareció que todas las municipalidades debieron estar en cada paradero controlando que no suban los precios, o mejor aún; porque si bien los dirigentes invocaron ese Paro. TODOS LOS CARROS debieron haberlo acatado y haber declarado feriado.


Así fue el bendito paro de ayer. Lleno gente malhumorada, distraída, confundida, amedrentada, etc. Creo que lo positivo fue la reducción de la contaminación del aire, y la iniciativa a caminar, en vez de estar yendo en carro. Pero lo que quiero transmitir es lo siguiente: El usuario cansado de estos abusos debe de realizar un Paro, y no los transportistas que solamente causan perjuicios y despotismos. ¡No al paro de transportistas! ¡SI al paro de USUARIOS!


JAVIER REZABAL





jueves, 7 de julio de 2011

Al maestro con cariño

AL MAESTRO CON CARIÑO


Recuerdo cuando fui chico y estaba en la escuela de primaria. No sabía exactamente qué era lo que tenía que hacer allí; solamente traté de creer que era un lugar para que mi madre tuviese tiempo para trabajar y mantener a mi hermana y a mí. Conocí muchos profesores; de ellos recuerdo a uno. Aquel moreno alto y fornido que muy a la antigua pero correctamente nos enseñaba lo que era vivir con disciplina y respeto a los demás. Solía castigarnos con métodos muy pretéritos tales como arrodillarnos en una tabla clavada de chapas volteadas, o unas cuantas tandas con el muy conocido chicote de tres puntas. Sin embargo, hubo momentos alternos, donde aquel profesor nos mostraba su talento artístico para tocar la guitarra y cantar esos valses criollos que cada vez que había alguna actuación en el colegio; él y otros profesores tocaban con frenesí. Fueron unos pocos años de ejemplo y admiración. Lastimosamente, como todo ser humano, falleció de cáncer al pulmón pues tenía el muy viejo hábito de fumar. Muy recordado profesor que conocí en la primaria del colegio estatal donde estudié.


Años después, cuando ya no era tan chico, sino un púber; mi cosmovisión de lo que era un colegio para mí, se mutó. En la secundaria, me divertí, disfruté de los amigos y de las tantas travesuras que pude aprender y quizás inventar. Como cualquier alumno que guarda un mundo propio y distinto a los demás, para ese entonces era un joven con problemas familiares por gracia de mis padres que comprensivamente vivían separados y llenos de conflictos. Quizás no es grato recordar dichos problemas, por tal razón asocié a mi colegio como un refugio, un tubo de escape a todas esas angustias y ansiedades. Obviamente preferí buscar una relación social placentera y divertida en mi aula, que estudiar y rajarme la cabeza resolviendo problemas matemáticos y comprensiones de lectura. En la secundaria, tuve buenos y malos profesores. Porque hay profesores que aman su vocación, y otros que no. Pero aprendí mucho de ambas partes. Recuerdo los injustos jalones de orejas y llamados de atención. También recuerdo el poco interés que algunos tenían para enseñar. No existen tantos profesores con tanta motivación para enseñar bien en un colegio fiscal donde lamentablemente el Estado no capacita ni recompensa justamente la labor de un maestro. Por otro lado, sí hubieron buenos docentes, y no buenos por ser académicamente expertos, sino por su calidad de humano. Por ese maestro que te ve a los ojos con condescendencia, paciencia, y cariño. Por ese maestro que se preocupó por ti, que descubrió no solamente tu inteligencia cognitiva sino tu mundo, ese mundo que cada alumno vive y solamente comparte con aquellos que verdaderamente se interesan. Recuerdo a mi tutora de secundaria, delgada y de rostro tierno y de vos cálida. Que aunque muchas veces no nos pudo controlar por su carácter humano y excesivamente paciente, siempre nos mostró su amor y nos dio todo de su parte. A esa tutora le debo mucho. Su entera paciencia, paciencia con mis travesuras, con mis inquietudes y debilidades. Porque pude ser el no tan aplicado y estudioso alumno del colegio estatal, del quinto A, pero muy a pesar de lo que fui, me aceptó tal y como soy. Como una madre con todo su amor acepta a su hijo a pesar de todas las faltas y errores.


Así fueron mis días en el colegio. Sin comprender alguna materia, pero disfruté de cada uno de ellos, de su humor, de su forma de ser en el aula. Porque como alumno solamente pude hacer eso. Jugar con ellos, hacerlos reír, llorar, renegar, colmarles la paciencia. Tengo que admitir que he sido el dolor de cabeza de ellos, y que hayan estado allí pese a no ser el alumno que ellos quisieron, me aceptaron.


Cómo son las paradojas de la vida, ya no soy un alumno más de aquel colegio estatal. Ya estoy fuera de esa institución donde tan importante es para la formación de la persona, porque un colegio no reforma ni corrige a la persona, lo forma, lo guía y por ende el alumno aprende a vivir y enfrentar a una sociedad. Ahora soy uno de ellos, ahora en carne propia vivo lo que ellos vivieron, ahora siento lo que es ser un profesor porque los admiré y siempre quise ser lo mejor y como ellos. Y sigo pensando en lo que es un colegio, un lugar para divertirse, para aprender, para vivir, para escapar de cualquier problema y refugiarte en las travesuras, para cometer errores y que una persona que te quiere y te estima te enseñe lo bueno y lo malo, para que te prepares a enfrentar al mundo. Es una casa donde el alimento esencial es el amor. Quizás ahora añore mi viejo colegio y me arrepienta de tantas cosas que no pude hacer, como el haber sido el alumno estrella, sacar el primer puesto en todas las materias, o haber sido el más disciplinado. Pero sé que ahora soy diferente, que sé cuán importante es la vida académica, estudiar y aprender. Competir y ser un hombre que pueda servir a la sociedad. Todo eso y muchas cosas más se los debo a un maestro.


JAVIER REZABAL