DESCONTENTO, PENA, VERGÜENZA, E
IMPOTENCIA.
Hay
algo que me causa descontento y mucha pena. También vergüenza e impotencia.
Porque estos sentimientos son humanos, y como tal tengo el derecho y la
debilidad de sentirlas. En lo que va de este mes y lo sucedido en Cusco. El
secuestro de los trabajadores de Camisea. La acción militar-policial para ir al
rescate. La trágica muerte de una mujer policía al caerse el helicóptero. La
muerte de policías y militares por parte de los terroristas dirigidos por el
camarada “Gabriel” en pleno tiroteo de la selva de Kiteni (Cusco). La
desaparición a abandono de dos sub oficiales. La lenta actitud, búsqueda y
rescate de ellos. Porque las cabezas y jefes superiores como Los ministros de Defensa y del Interior, no
tomaron seriedad e interés en esto. No les importó la vida de estos dos jóvenes
que sin experiencia alguna de guerras no
convencionales y anti subversivas, fueron enviados a luchar quizás por amor a
su patria, o tal vez por obligación. Pero fueron. Pasaron semanas. Y uno de
ellos, el joven sub oficial de la Policía, Luis Astuquillca aparece con vida
por cuenta propia. Porque nadie lo pudo encontrar, ni helicópteros, ni cientos,
ni miles de soldados. Él mismo se rescató. Ahora un padre en desesperación que
su hijo no puede hacer lo que Luis consiguió sin ayuda de Estado, va en búsqueda
e este. Lo encuentra, está muerto, pero lo encontró.
Por
otro lado, el gobierno desde el principio. Calificó la operación de rescate
como una “operación impecable”, se olvidó de los que quedaron perdidos en la
selva. Cuando uno aparece, estos padres de la patria anuncian y se llevan los créditos
del esfuerzo propio. Y luego lo vuelven a hacer cuando el cuerpo de César Vilca
aparece. ¿Y qué puede sentir un padre? ¿Y qué puede sentir el mismo Luis o el
difunto César? ¿Y qué puedes sentir tú después de contarte esta historia real? Descontento,
pena, vergüenza, e impotencia.
JAVIER
REZABAL
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