domingo, 5 de febrero de 2012

lo que la juventud peruana debe saber

LO QUE LA JUVENTUD PERUANA DEBE SABER



Recuerdo muy poco la época del terrorismo porque era muy niño. Solo tengo en la memoria aquel año del 96 cuando estaba viendo unos dibujos animados en la televisión y de repente la interrumpieron para transmitir en vivo la toma de la residencia del embajador de Japón. Luego era pan de cada día ver las imágenes de la larga negociación con los terroristas. Finalmente, el comando Chavín de Huántar recuperó a los rehenes. De ahí no sabía nada más de terrorismo, pero afortunadamente mi madre me fue contando cómo eran aquellos días donde había que hacer cola para comprar los alimentos básicos como el pan, la leche y el azúcar, entre otros. Que casi siempre en los conos de Lima ocurrían apagones y una hoz y el martillo incandescente, brillaban en los cerros. Y en el centro de la ciudad, estallaban coches bomba y colgaban animales en los postes. Todo por una causa llamada “lucha interna”, “lucha del campo a la ciudad” o “guerra de guerrillas”.



Años después, cuando ya era joven y observaba la realidad. Comencé a investigar acerca de la peor mancha o desgracia que le había pasado al Perú, a parte de la Guerra del Pacífico. Descubrí que el culpable de esto era un tal llamado Manuel Rubén Abimael Guzmán Reynoso, un hombre que dedicó su vida a hacer justicia basada en un pensamiento llamado “Marxismo-Maoísmo-Leninismo-Pensamiento Gonzalo” que costó la vida a cerca de 70, 000 personas entre ellas campesinos, pobres, y militares. Luego entendí que todo era una farsa, que eso no era justicia. Que la injusticia que sucedía en el país por parte del Estado corrupto e ineficiente no era mayor ni menor que los que perpetraban Sendero Luminoso y el Movimiento Revolucionario Tupac Amaru (MRTA). No fui testigo de toda aquella desgracia que describen los libros, las fotografías, diarios, testimonios verbales, y otros medios de información. Pero supe que era verdad. Que pasó en el Perú y que perdimos una guerra estúpida en los 80 en vez de ganar un paso más al progreso. Que ganamos un retraso y perdimos una oportunidad. Que el tiempo grabó una mancha oscura en la Historia del Perú y no una blanca de paz.



Han pasado muchos años, treinta y dos para ser exacto. Y veo en los medios a una secta llamada Movimiento por la Amnistía y Derechos Fundamentales (MOVADEF). Que me obliga a informarme y descubrir que no es más que un grupo de dinosaurios senderistas que tienen como fin confundir a la juventud como yo que no vivió en carne propia las falaces y crueldades del terror y azuzarlos en su afán de liberar a los presos senderistas; en especial, al señor Abimael Guzman. ¿Para qué? ¿Con qué fin? con el único fin de retomar fuerzas y fortalecerse para lograr sus propósitos ideológicos, pero esta vez por la vía legal de la democracia. Solicitando a la Nación se le considere como un Partido Político legal. Tendrían que lavar el cerebro también a los ancianos y a los testigos originales de lo que ocurrió en los ochenta para que tengan la aprobación del pueblo. Lo dudo, sé que somos extrañamente olvidadizos y que al cavo de años olvidamos las injusticias y actos corruptos de nuestros políticos; sin embargo, olvidar esa época cuesta. Es por eso que nadie apoyará tal causa. Solamente esa juventud soslayada y afanada en las mentiras, jóvenes confundidos, que creen ver la justicia. Para buena suerte son pocos. Porque hay que ser bien carente de inteligencia en estos tiempos para confundir la democracia con la violencia. Creo que los tiempos del comunismo y las revoluciones terminaron.



No hay que recordar nada. Hay que informarse bien. Comparar lo que nos cuentan unos y otros. Investigar lo que pasó realmente. Y no ser tan fanáticos. La verdadera historia está al alcance de todos. En Internet, en los libros el cual recomiendo uno en especial llamado Sendero del periodista Gustavo Gorriti, testigo, victima y tenaz hombre que trató de hallar la verdad y lo logró. La historia está hecha con el fin de que no se vuelva a repetir, en especial si parte de ella fue trágica como lo fueron los años del terrorismo en el Perú.







JAVIER REZABAL






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